Do livro “La soledad del manager” aqui fica um fragmento das conversas e pensamentos de Pepe Carvalho o detective gastrónomo criado por Manuel Vásquez Montalbán:
“El pato estaba asado. Separó Carvalho los muslos, las pechugas y las alas y desmenuzó las carnes restantes con inclusión de las delicadas vísceras. Unió el picadillo a los jugos huidos del pato y a un puñado de aceitunas sin hueso......
Tras cuatro llamadas una luz de sobresalto precede la aparición de Fuster en lo alto de una terraza con balaustrada blanca. ¡Vaya horas!¿Un incendio?
Un salmís de pato.
¿Qué?
He guisado un salmís de pato. El bicho no es muy grande pero no me lo voy a comer solo.
¡Si son las dos y media de la madrugada!
Un salmís de pato.
¿Pato joven?
Un patito.
Vete abriendo las botellas que voy para allá.
O Carvalho regresó a su casa con excesiva lentitud o el gestor corrió empujado por el fresco húmedo y la resurrección del apetito, lo cierto es que, cuando se reunieron, Carvalho no había tenido tiempo de descorchar la botella de Montecillo. Dejó Fuster sobre la mesa de cocina un cestillo del que era portador, lleno de frutos secos de Villores, de miel sin refinar de Villores y unas extrañas pastas pertenecientes a la familia cultural de las pastas secas populares en cuya composición entra necesariamente el huevo y la almendra.
Estas pastas las ha hecho mi cuñada. Son de Villores.
Me lo temía.....
Abre el gestor el horno y retira la fina nariz estremecida de placer mientras cierra los ojos.
Te has superado a ti mismo.
Una ensalada de apio refresca las fauces de los dos hombres antes de lanzarse sobre el aromático salmís.
Aquí hay una contribución fundamental de Villores. Le has puesto trufa. Sí.
Eso no es ortodoxo. En el salmís no se pone trufa.
Se pone lo que a uno le sale de los cojones del alma.
Ah, bueno. Eso sí.”
30.5.05
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